Esperanza se ha debajo llevar por la lujuria, ha dejado que sus instintos más bajos la dominen y vive su primera vez con Sebastián. Es muy rápido y ella sólo siente miedo y dolor aunque sí es verdad que le excita el olor, la cercanía de Sebastián. Pero nada fue como ella soñó. De pie, en un rincón del un portal, sin sacarse la ropa, sin decir palabra. Sólo sexo puro y frío. Sebastián emite un aullido cuando explota en el interior de esa joven. Para él es su mayor victoria. Haber arrastrado a esa joven a hacer algo en contra de sus principios sin forzarla es algo que lo llena de orgullo. Fuera sigue cayendo una fuerte tormenta. Es como si el cielo fuera parejo con el alma de Esperanza que se siente culpable por haber roto su sueño, por haberle fallado a su abuela. Sebastián enciende la luz. Resopla.
--wow... ha estado genial --jadea él retorciéndose de gusto.
A ella la lastima mucho la cara de depravado de él mientras se abrocha los pantalones.
--ha sido increíble, que rico coges--jadea él retorciéndose de gusto.
El rostro de Esperanza se llena de lágrimas. Todos sus ilusiones rotas por no haber sabido decir que no a una fuerte atracción que siente por Sebastián, un chico al que ve tan guapo como vacío. Un chico que no la valora. Él la acaricia con mirada lasciva:
--¿porqué esa cara? ¿no me digas que no te gustó? Bueno... esto pasa en las primeras veces... es culpa de tus nervios... Yo soy muy bueno en la cama... he tenido cientos de mujeres y todas muy satisfechas.
Sus palabras, sus gestos, su mirada. Tiene un aire de degenerado que ahora ella detesta y no entiende cómo ha podido caer tan bajo. Llorando lo abofetea:
--¡¡eres un cerdo ¿¿por qué me has hecho esto? ¡¡tú sabías lo importante que era mi virginidad para mí¡¡
Sebastián se le ríe:
--¡¡venga, tú te me regalaste sólo con que yo chasquee un dedo así que tú a mi no me eches las culpas de que seas una guarra ¡
Esperanza se siente muy sucia y se va corriendo. Sebastián va tras ella.
--¡venga, no te pongas así¡ ¡¡en la vida de toda mujer hay su primera vez y tú has elegido al mejor candidato... eso te lo aseguro yo¡¡
Esperanza cruza sin mirar y un auto que pasa muy veloz la va a pasar por encima, Sebastián se tira sobre ella. Arriesgando su vida logra tirarla a la calzada. Los dos quedan ilesos aunque empapados. El auto no se para.
--¿¿estás bien?¿¿estás bien? --pregunta él nervioso.
Ella se abraza a él llorando. Está casi en shock. Él la ayuda a levantarse. Muy abrazado a ella la lleva hasta su casa. Ella no le dice nada.
--no me gusta que estés tan triste. Fue un momento bonito el que vivimos, el de tu primera vez. Has sido la primera mujer que me ha dado ese privilegio. Yo lo quería para mí... Yo...
Ella con un hilo de voz le dice:
--no quiero hablar.
Ella está muy triste, él no puede evitar una sonrisa.
--La cara que va a poner Mauro cuando sepa que tiene que ir en bolas a ver a su novia... --piensa.
Y de repente siente culpa. Siente vergüenza de lo que ha hecho. Sabe que Mauro va a sufrir mucho, que para él era muy importante ganar la apuesta. Sebastián se lleva las manos a la cabeza.
--¡¡soy una bestia, qué hice?
Constanza sale de la cocina
--¿¿qué les pasó?
Esperanza mira llorando a su abuela. La abraza angustiada.
--abuela... fue horrible.
Ella llora por todo y en especial por la pérdida de su sueño. Constanza mira a Sebastián:
--¿¿qué le hicieron a mi nieta?
Sebastián sabe que ha actuado mal y no quiere que la abuela le haga un escándalo y se entere Mauro. Le ha fallado pero ahora quiere protegerlo a toda costa . Más que por vergüenza que por otra cosa, Esperanza dice:
--un auto casi me atropella. Le debo la vida a Sebastián.
Sebastián mira aliciado a Esperanza.
--gracias, te debo la vida de mi nieta --dice la abuela.
Esperanza siente que ha fallado a su abuela, se encierra en su cuarto a llorar. Sebastián no se atreve a mirar a los ojos a la abuela de la joven. Siente estar engañándola.
--bueno... yo me voy --dice él tímido.
--No, esta noche te quedas en la casa. Está diluviando y no quiero que te constipes por nuestra culpa¡¡faltaría más¡¡
--Yo no creo que sea prudente --dice él tímido.
Constanza agarra de la mano a Sebastián y lo lleva a un cuarto.
--sácate esta ropa para que se te seque.
Sebastián pasa la noche desnudo en la cama de invitados en casa de Constanza. No puede dormir pensando en Mauro. No entiendo por que está tan triste. Porque le duele tanto su amigo. Siente cosas que no comprende. Le duele su amigo. Siente que lo ha engañado como si fuera una pareja. Llora. Llora amargamente. No sabe qué le pasa. Despierta con hambre. Sale del cuarto abrochándose los pantalones. Se topa con Esperanza que lo mira horrorizada:
--¿¿¡qué haces aquí??¡ mi abuela no está ¿como has entrado?
Él se siente culpable de que Constanza confíe tanto en él que lo deje a solas con su nieta.
--tu abuela me dejó pasar la noche aquí.
--¡¡no te quiero volver a ver¡ --dice ella con odio.
Él trata de calmarla:
--tampoco me trates así... lo que hicimos fue cosa de los dos.
En realidad lo que más le duele a ella es no haber gozado en sus brazos y no ver en él ningún interés de que el momento se repite.
--¡¡eres un cerdo¡
Él piensa en Mauro y le gustaría borrar lo que pasó con Esperanza.
--los dos nos dejamos llevar. No volverá a pasar, trata de olvidarlo como yo lo olvidé.
Ella lo abofetea dolida:
--¡¡fue mi primera vez, mi sueño roto¡
Ella llora.
--¡perdona si te hice mal pero pasó... y ya está¡
Ella se derrumba:
--¿y yo quie hago?¿qué le digo a mi abuela, a Mauro?
A Sebastián le da horror la decepción que lo que pasó le causaría a Mauro. Con verdadera angustia él le suplica:
--No le digas nada a Mauro, cuando el quiera hacer el amor creerá que es el primero... no tiene experiencia.
--¿crees que soy una cualquiera? --dice ella furiosa-- ¡¡no me voy a acostar con él después de estar contigo¡¡
--lo siento yo...
Ella no lo deja seguir:
-¡¡déjame en paz¡¡ --dice ella.
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